CBViana

CBViana
CBViana
Queres praticar basquetebol, então vem ter connosco ao Pavilhão Santa Maria Maior Minis *** Idade 7 aos 12 Anos **** Terça -> 18:30 às 20:00 **** Quintas -> 18:30 às 20:00 ****

La temporada que viene va a entrenar su padre

O texto que podem ler a seguir aborda de forma interessante um problema transversal a muitos países e que é uma realidade bem presente em Portugal no desporto e na escola. Trata-se de um texto de um treinador superior de basquetebol e foi retirado com algumas supressões dada a sua extensão do blog “ basketmaniaco.blogspot.com”.

La temporada que viene va a entrenar su padre

Parece claro que los padres quieren lo mejor para sus hijos/as (en adelante usaré únicamente el masculino aunque siempre me refiero a ambos sexos). Hasta ahí estamos todos de acuerdo. Ahora ¿Qué es lo mejor para los hijos?. Al responder a esa pregunta la cosa se complica. Por alguna razón que no termino de comprender hoy en día a un buen número de padres de niños que juegan a baloncesto, afortunadamente la minoría pero una minoría muy ruidosa, se les va un poco la cabeza en lo que respecta a su papel en esa actividad de su hijo. En algunos casos se trata de lo que se ha denominado “padres helicóptero”, que pasan su vida “sobrevolando” por encima de sus hijos pendientes de todo, hasta un punto de hiperpaternidad que les lleva a puentear el trabajo de los maestros, entrenadores al no confiar en que ese trabajo pueda ser lo suficientemente bueno para su hijo (“para mi hijo sólo vale lo mejor”) y terminar interfiriendo directamente en esa labor (“si el entrenador no lo hace bien tendré que intervenir yo”).
Decía que ese puenteo que realizan algunos padres, y la pérdida de confianza en la capacidad de la persona en cuyas manos se supone que dejan a sus hijos les convierte a veces en “padres entrenadores”, que con apenas ver unos meses de baloncesto se consideran habilitados no sólo para dar instrucciones al hijo desde la banda (“corre”, “tira”, “pasa”, bueno lo de pasar no lo oigo tanto) sino incluso para cuestionar directa y abiertamente el trabajo del entrenador, sea este un chaval que hizo el curso de Nivel I la semana anterior o sea alguien con 20 años de experiencia y un referente en la profesión.
Una paternidad de este tipo, incluso siendo minoría en el colectivo de padres de un equipo, es un factor nocivo de cara al buen discurrir del día a día de un equipo, pues condiciona la libertad y tranquilidad a la hora de trabajar del entrenador e incluso puede ir degenerando con el tiempo en un distorsionador grave de la buena convivencia de todos y de la comodidad del entrenador en su quehacer. Si el entrenador termina por convertirse en “el enemigo”, igual que como ya comentamos anteriormente en “La temporada que viene va a pitar su padre” puede serlo también el árbitro de turno, la situación es muy complicada para todos, pero sobre todo para esos niños que tanto se supone que esos padres quieren proteger y buscarles lo mejor. De ese modo, por buscarles lo mejor estarán perjudicando la calidad del trabajo e incluso el buen ánimo del entrenador, lo que irremediablemente repercutirá en su motivación y estado de ánimo y, por tanto, en el bienestar del hijo al que se le buscaba lo mejor.
El caso es que buena parte de estos padres tóxicos en su mayoría son impecables en algunos aspectos relacionados con la implicación y esfuerzo en aras de colaborar y sacar adelante una actividad que necesita grandes dosis de ayuda por su parte para poder realizarse. En muchos casos suelen ser los que más se implican en lo que sea que haya que realizar para ayudar. El problema, lo que los convierte en tóxicos, llega cuando se extralimitan en su labor y pretenden usurpar la de otros, llegando a menospreciar el trabajo del entrenador.
Si no se ataja a tiempo, y la situación deriva en que otros padres se sumen a la inercia de interferir en el trabajo del entrenador, siempre desde la buena fe y la persecución del noble fin de “lo mejor para mi hijo”, podemos derivar hacia un estado en el que esos pequeños e inocentes comentarios al entrenador sean muy dañinos. Al final del texto incluyo unos cuantos ejemplos de ese tipo de comentarios, todos ellos reales, todos ellos insignificantes de forma aislada, pero cuya acumulación, con el tiempo perfectamente pueden terminar degenerando poco menos que en una campaña de acoso al entrenador, que bien podría terminar quemándose y tirar la toalla a la voz de “la temporada que viene va a entrenar su padre”.
Los más de los padres son invisibles e impecables, arriman el hombro silenciosamente y cooperan en todos los aspectos necesarios para que todo vaya bien, algo que es importante dejar bien claro en estas líneas.
Es necesario hablar también de la educación que algunos de esos padres dan a los hijos en casa, pues en algunos casos es complicado hacerla coincidir con valores del deporte como el valor del esfuerzo, compañerismo, respeto, compromiso,.El deporte ayuda a educar a través de los valores que representa, pero a veces es complicado para el entrenador ayudar a transmitir unos valores que no es que no siempre vengan ya de casa más o menos implantados, sino que a veces éstos son incluso contrarios a los que se intenta transmitir con el deporte. El entrenador puede y debe pulir y potenciar los valores de la educación de los niños, pero no puede hacer él solo un trabajo que no se haga en casa.
Imagínese el lector cuál puede ser el pensamiento del entrenador en un contexto en el que ante un supuesto mal comportamiento en cuestiones extradeportivas de un niño un progenitor aparece al final del entrenamiento y dice durante la conversación y en tono poco amistoso las frases: “mi hijo no miente nunca y él no dice eso que tú le atribuyes”, “mi hijo no ha hecho nada malo”, “yo por mi hijo mato”, entre otras cosas por el estilo. Sí, se ponen los pelos de punta sólo de pensarlo y sí, si llueve sobre mojado no es descabellado que se le pase por la cabeza al entrenador eso de “la próxima temporada va a entrenar su padre”.
Los clubes han de poner de su parte. Ningún club quiere perder jugadores a través de incomodar a los padres de éstos. Hoy ya ocurre que en algunos clubes directa y abiertamente las cuestiones deportivas las deciden los padres, en otros casos no es expreso, pero ocurre el caso de la reunión de los padres para decidir echar al entrenador por cuestiones técnicas puras y, ojo, que la directiva les haga caso y todo. En otros casos son más sutiles pero igual de poderosa la presión del tipo “no me gusta el entrenador y me han ofrecido llevarme a mi hijo al club X”. Tengo claro que los padres son elemento fundamentalísimo para que los clubes salgan adelante, pero si no está claro que la parcela técnica se llama “técnica” por algo vamos mal.
Tema complicado, pues lo que pasa en los pabellones no es más que una extensión de lo que está pasando con los maestros y resto de figuras antes conocidas como “de autoridad”, y difícilmente podremos lograr soluciones sólo para nuestro ámbito deportivo si no se soluciona a nivel global, pues es una cuestión básicamente de educación y respeto en general.
Es fundamental que los padres que están hiperinvolucrados en la práctica deportiva de sus hijos y puedan estar en situaciones cercanas a las aquí comentadas sean capaces de verse reflejados en este texto y se conciencien de que, piensen lo que piensen, un exceso de injerencia por su parte casi seguro que terminará por perjudicar al hijo que tanto quieren.
Jua Carlos Garcia Gómez
( Entrenador Superior de Baloncesto)